Seguramente habrás visto en las estanterías una mayor parte de whisky escocés, habrás escuchado sus tradiciones y seguramente degustado algún que otro tipo, pero ¿Qué hay del whisky irlandés?, ¿Se remontan sus orígenes a la misma época que el escocés?
Hoy haremos un recorrido por sus orígenes, por la tradición y trayectoria que ha mantenido la que se considera como la cuna del whisky que, aunque no lo sabías, Irlanda cuenta con el privilegio de ser la primera nación en desarrollarlo.
Si te apasiona el mundo del whisky y quieres saber más sobre el whisky irlandés, permítenos mostrarte algunos datos relevantes para ubicarte en el tiempo, trasladarte a una época anterior y conocer así su origen más primitivo.
Historia
Por sorpresa para muchos y, aunque este tema ha sido debatido ampliamente durante el último siglo pasado, el whisky irlandés es el origen de todo, incluido su homólogo el escocés. Una de las historias que corroboran esta idea asegura que fue en 1405 cuando se destiló el primer whisky irlandés, 90 años antes del nacimiento del escocés.
Su denominación no fue casualidad, ya que el término gaélico del que procede es “uisce beatha”, cuyo significado es “agua de vida”. Aunque no se sabe a ciencia cierta su origen, se propone que fue un monje irlandés quién inició su destilado en el siglo XI, a raíz de los conocimientos adquiridos sobre el destilado de perfumes durante sus viajes por el Mediterráneo.
Sin embargo, tuvieron que pasar algunos siglos para que su producción pasase de ser un hobby a una profesión, ya que no fue hasta 1608 cuando la industria del whisky dio sus primeros pasos, siendo la Old Bushmills Distillery, asentada al Norte de Irlanda, la primera destilería licenciada oficialmente.
Durante décadas, Irlanda mandaba en el mercado del destilado de whisky, aunque Escocia no tardaría mucho en superarla. Quizá fuera por la introducción del alambique de columna en 1831, donde todos los procesos de producción se agilizaron, permitiendo generar más cantidades en tiempo récord. Y, aunque su popularidad ha sufrido recaídas durante el transcurso de la historia, parece que ahora ha vuelto a encontrar su lugar.
¿Cómo se hace?
Aunque su fabricación se asemeja a la escocesa y prácticamente cualquier otro whisky del mundo, la variedad irlandesa inicia su proceso en el mosto que se obtiene a partir de cereales que normalmente suelen ser centeno, trigo o avena. Se combinan tanto cebadas malteadas como sin maltear.
Según la destilería irlandesa, se emplean unos procedimientos, elementos e ingredientes diferentes, aunque básicamente concluyen que, tras la selección de los cereales que se van a emplear y su posterior hidratación, el almidón del cereal se convierte en azúcar soluble.
Tras el molido de los granos, salvo los malteados, se fermenta el líquido durante 3 días hasta que da lugar a un vino resultante que deberá ser destilado 3 veces hasta dejarlo envejeciendo en cubas de roble cuyo anterior inquilino era vino de Jerez.
Después de todo este proceso, ya solo es cuestión de añadir el toque personal de cada destilería para obtener un whisky más intenso, menos o de mayor edad y cuerpo. El whisky irlandés era precisamente el modelo en el que muchos se basaron para lanzar después sus destilados.
Diferencias con el escocés
Aunque en la actualidad muchos whiskies han evolucionado y modificado sus tradicionales recetas y peculiaridades, podríamos hacer una pequeña exposición con algunos de los aspectos clave por los que el whisky irlandés se diferencia del escocés.
La composición del whisky escocés parte de la cebada malteada, es decir, su sabor tiene un recorrido más completo y se nota ligeramente una mayor pesadez en el gusto. Por otra parte, el whisky irlandés es precisamente más suave, con incluso notas de vainilla, gracias al empleo tanto de cebada malteada como sin maltear.
Su destilado es otro punto por el que se aprecian diferentes variaciones, aunque recordemos que cada destilería puede modificar y adaptar los procesos según el rasgo que desean aportar a sus whiskies. En Escocia prima el doble destilado, mientras que Irlanda suele emplear el triple. Y, aunque ni uno es mejor que el otro, ambos tipos de whisky son realmente peculiares, ya que entre ellos se aprecia notables diferencias a la vez que sorprendentes similitudes.